Los soldados ucranianos se levantaron antes del amanecer, estirándose, frotándose los ojos y enrollando los sacos de dormir en un escondite en el sótano, cerca de la línea del frente en el este del país. Su jornada no les llevaría muy lejos. La mayoría se quedó en el sótano, trabajando con teclados y dispositivos controlando drones.
En un momento precario para Ucrania, mientras el país se tambalea entre la esperanza de que las conversaciones de alto al fuego del presidente Donald Trump pongan fin a la guerra y el temor a que Estados Unidos retire su apoyo militar, los soldados participaban en una iniciativa del ejército ucraniano que Kiev espera que le permita seguir en la lucha sin armas estadounidenses.
En caso de que fracasen las conversaciones de paz, o de que Estados Unidos interrumpa los envíos de armas, es probable que la iniciativa ucraniana de aviones no tripulados cobre más importancia. El programa duplica los sistemas no tripulados que se ensamblan en Ucrania, en su mayoría pequeños drones explosivos que se vuelan desde refugios en sótanos.
El lunes, el presidente de Rusia, Vladimir Putin, aumentó las numerosas incertidumbres de la guerra al ordenar un alto al fuego de tres días en Ucrania el mes que viene, aunque no está claro si esa pausa se mantendrá, o incluso si empezará. Ese anuncio se produjo tras una semana de guerra sin tregua en Ucrania, incluido el ataque más mortífero contra Kiev, la capital, en casi un año, y de señales contradictorias sobre lo que vendría a continuación por parte del gobierno de Trump.
En los últimos días, el presidente Trump se ha mostrado menos crítico con los dirigentes ucranianos y, en cambio, ha reprendido a Putin por su continuo bombardeo de Ucrania. Pero el mandatario aún no ha prometido más armas, que siguen siendo cruciales.